¿Es riesgoso implantar el chip de Elon Musk en el cerebro?

La tecnología de Neuralink tiene el potencial de transformar la forma en que vivimos nuestras vidas, o eso afirma la compañía de Elon Musk. Por supuesto, se encuentra en las primeras etapas de desarrollo y aún no ha lanzado ningún producto comercial. Sin embargo, la empresa ha realizado experimentos en animales y ha publicado algunos avances técnicos en su sitio web.

Sin embargo, aún queda un largo camino por recorrer antes de que la tecnología esté lista para su uso en humanos.

El objetivo del desarrollo de chips cerebrales por parte de Neuralink es transformar la interacción entre la mente humana y la tecnología, permitiendo controlar dispositivos con el pensamiento, desarrollar nuevas formas de comunicación e incluso habilidades como la telekinesis.

¿Vale la pena el riesgo?

Sin embargo, este entusiasmo se ve opacado por los riesgos que conlleva la cirugía cerebral y la implantación de dispositivos. Las infecciones, comunes en cualquier cirugía, son especialmente preocupantes en el caso del cerebro.

Además, la extracción del dispositivo sin dañar el cerebro es un desafío complejo, planteando preguntas sobre la autonomía del paciente y el derecho a revertir decisiones que implican modificaciones corporales invasivas.

Neuralink ha reconocido recientemente que el implante de Arbaugh ha fallado debido a un problema con los cables de conexión. Según Reuters, la empresa era consciente de este problema desde hace años, pero no lo consideró lo suficientemente grave como para rediseñar el dispositivo.

Las autoridades sanitarias también están investigando a Neuralink por sus pruebas con animales, en las que habrían muerto alrededor de 1.500 animales, incluidas ovejas, cerdos y monos.

Avances y desafíos

A pesar de estos problemas, el dispositivo de Arbaugh sigue funcionando y le ha permitido jugar videojuegos, navegar por internet y mover el cursor de su computadora con la mente.

El caso de Arbaugh representa un avance en la búsqueda de interfaces cerebro-computadora, pero también resalta la necesidad de un debate ético y científico sobre los riesgos y beneficios de esta tecnología.