Hemos ido a la Google Store de Nueva York. Decir que es una copia de la Apple Store serĂa injusto
No hace muchas lunas, apenas un año, desde que Google abriĂł su primera tienda fĂsica en el barrio de Chelsea, en Nueva York, tras experimentos efĂmeros con tiendas para campañas navideñas y similares. De Alphabet sabemos que sus ganancias por la venta directa de hardware son poco mĂĄs que un error de redondeo en su balance anual, pero tambiĂ©n que en los Ășltimos tiempos ha subido un par de escalones la importancia del diseño y la visiĂłn de ecosistema frente a la tĂłnica anterior, y eso es exactamente lo que destila esta tienda que hemos podido visitar: obsesiĂłn por refinar el diseño y persistencia con la propuesta del ecosistema.
La empresa de Mountain View lucha por un relato mejor. Por lograr una trascendencia en la experiencia directa del consumidor que sus cifras todavĂa no evidencian. Android es el sistema operativo mĂĄs usado del mundo, y ahĂ estĂĄn YouTube y Gmail liderando, pero sigue faltando algo. Y a por ello van proyectos como este.
De la Google Store se podrĂa decir que estĂĄ claramente inspirada en el diseño de una Apple Store, pero eso serĂa algo injusto, serĂa quedarse corto: mĂĄs allĂĄ de usar madera en tonos similares y disponer los productos de una forma que Apple validĂł y el resto dieron por buena, tiene varios puntos en los que las diferencias con las Apple Store son notables. Porque el poderĂo, como el movimiento, se demuestra andando.
Hogar nĂłrdico
Un ejemplo de esas diferencias que la hacen singular son las estancias. El ĂĄrea central de la Google Store recrea en cierta forma un hogar. Con el marco de la puerta, el felpudo del ‘Welcome’, o la cĂłmoda del salĂłn junto a un televisor y frente a un sofĂĄ. La idea es proyectar los productos pensados para el hogar en las estancias donde tienen sentido. AsĂ, vemos un mando de Stadia en la mesa del salĂłn, termostatos Nest por las paredes, varios Nest Hub repartidos por el mobiliario, etc. Junto al espacio del salĂłn hay una especie de cocina tan vanguardista que cuesta reconocerla como tal,
Y de las estancias simuladas a las habitaciones dedicadas. La Google Store tiene salas cerradas enfocadas especĂficamente en que el cliente pueda sentir la mejor experiencia posible de un producto concreto. Aunque en algĂșn caso, con sabor agridulce, como en la sala de Stadia: aunque estĂĄ pensada para demostrar la capacidad de pasar de una pantalla a otra manteniendo la sesiĂłn de juego, el tĂtulo escogido para figurar por defecto y ofrecer una prueba era el FIFA 21, cuando el 22 ya estĂĄ llegando al final de su vida Ăștil. Las otras salas experienciales eran para la cĂĄmara de los Pixel, omnipresentes en la tienda, y los termostatos Nest.
Una similitud notable respecto a la Apple Store: un extremo de la tienda estĂĄ lleno de taburetes con una disposiciĂłn que recuerda mucho a ellas, y tambiĂ©n existe una zona infantil en el centro con mesas y sillas muy bajas en un estilo tambiĂ©n muy similar. Y una diferencia: mientras que las Apple Store apuestan por un frĂo y elegante minimalismo, la vocaciĂłn de Google es crear un espacio cĂĄlido y acogedor. Hay un sorprendente uso del corcho, que nos retrotrae a Portugal, para mobiliario de la tienda, incluidos sofĂĄs y sillas, que aporta un toque de distinciĂłn y personalidad.
La tienda tiene una disposiciĂłn muy alargada, ocupando todo el ancho del edificio que ocupa, pero es bastante estrecha. El reparto del espacio se produce en tres lĂneas paralelas: ventanal, central y pared. La zona del ventanal muestra productos proyectados hacia la calle y unidades demo hacia el interior. El espacio central lo ocupa mobiliario experiencial. El interior, el de la pared, tiene productos mĂĄs en detalle que ocupan toda la pared con mĂĄs libertad creativa para mostrarlos, como enormes parrillas de recuadros luminosos, al estilo de una Kallax de Ikea, empotrados en la pared para destacar pequeños productos: Pixel Buds, pulseras Fitbit, Chromebooks... TambiĂ©n hay algunas vitrinas interactivas.
TambiĂ©n hay otra novedad que no tienen las Apple Store (pese a que posiblemente les supondrĂa millones de euros adicionales en ingresos): merchandising de la propia Google. Incluso tazas, gorros, calcetines o ropa para bebĂ©. TambiĂ©n la zona de accesorios es bastante completa, con mochilas de Bellroy o bombillas Philips Hue.
Donde pincha, al menos en el momento de la visita, que no tiene por quĂ© ser representativo, es en el nivel de asistencia. A la Google Store accedimos un martes de 17:30 h a 18:30 h con buen tiempo. El nĂșmero de visitantes oscilaba entre seis y once. Los empleados visibles se repartĂan entre nueve dependientes, dos de seguridad y dos del personal de limpieza.
Por comparar, ese mismo martes de madrugada, hacia las tres de la mañana, habĂa mĂĄs clientes en la Apple Store de la Quinta Avenida, si bien es cierto que el legado de una y otra por su antigĂŒedad son muy distintos, y han sido momentos puntuales que no sirven como muestreo de nada.
En la Google Store no solo hay productos que probar y comprar, y escenarios para poder experimentar a fondo distintos dispositivos y servicios; también hay eventos gratuitos a los que cualquiera puede apuntarse, como un photowalk orientado a las impresionantes cåmaras de los Pixel o una conferencia tecnológica.
Si la localizaciĂłn de esa Apple Store, la mĂĄs icĂłnica del mundo, es la de un punto pegado a Central Park, en una ubicaciĂłn estrella; la de la Google Store, en direcciĂłn opuesta desde Manhattan, no puede tildarse de “estrella” a dĂa de hoy… pero quizĂĄs sĂ en un futuro. Porque esta tienda se encuentra en Chelsea, un barrio en proceso de gentrificaciĂłn, como lo fueron el Born en Barcelona o LavapiĂ©s en Madrid, en este caso de rascacielos de caravista en lugar de cristal y acero, como en el sur de Manhattan. A cuatro minutos a pie estĂĄ High Line Park, epicentro e icono de esta transformaciĂłn: de lĂnea de ferrocarril abandonada a pasarela verde llena de vegetaciĂłn y habitual espacio para el arte.
La elecciĂłn de esta ubicaciĂłn ha estado motivada, segĂșn contĂł la empresa, por ser el hogar de "muchos" de los mĂĄs de 11.000 empleados de Google en la ciudad. Aunque todavĂa no parezca un enorme Ă©xito masivo, sĂ que al menos ha logrado una cierta seña de identidad frente a un estilo que cada vez es mĂĄs asumido como vĂĄlido en una industria donde cada vez menos margen de riesgo se quiere asumir. Un poco en la misma lĂnea que el diseño, por dentro y por fuera, de los Ășltimos Pixel. Personalidad.
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Hemos ido a la Google Store de Nueva York. Decir que es una copia de la Apple Store serĂa injusto
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Javier Lacort
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