NVIDIA empieza a mover ficha con China: se plantea aumentar la producción del H200 ante una avalancha de pedidos, según Reuters

NVIDIA vuelve a encontrarse en el centro de la partida. Según Reuters, la compañía analiza aumentar la producción de su chip H200 después de que los pedidos desde China hayan superado lo que su capacidad actual puede cubrir. Pero esta vez el resultado no se decidirá en Washington, sino en Pekín, donde el gobierno debe autorizar la entrada del hardware. La respuesta china determinará si la ventana abierta por Estados Unidos se traduce en ventas reales o queda en un gesto atrapado entre intereses opuestos.

Qué ha cambiado en Washington. El giro comenzó en Washington el 8 de diciembre, cuando Donald Trump anunció que Estados Unidos permitiría exportar el H200 a clientes comerciales aprobados y validados por el Departamento de Comercio, con una tasa del 25% sobre cada venta. La medida marcó un punto de inflexión respecto a las restricciones anteriores e introdujo un modelo de control más flexible: el Gobierno estadounidense supervisará los envíos desde Taiwán, someterá los procesadores a una revisión de seguridad antes de autorizar su salida hacia China y aplicará el recargo correspondiente. NVIDIA celebró el anuncio como un equilibrio que, según su propia declaración, busca compatibilizar la seguridad nacional con la actividad comercial, mientras en los mercados sus acciones subieron en torno a un 2% en las operaciones posteriores.

Lo que decide China. Pekín no se limita a dar un sí o un no. De acuerdo con fuentes citadas por Reuters, el debate interno gira en torno a cómo permitir el acceso al H200 sin debilitar el impulso de su industria nacional de semiconductores. Las autoridades estudian imponer condiciones específicas a cada pedido y revisar el destino final de los chips, en un contexto en el que fabricantes como Huawei o Cambricon siguen siendo prioritarios para la política industrial del país.

Capacidad y cuellos de botella. Aumentar la producción del H200 no es una decisión inmediata ni sencilla. El chip se fabrica en TSMC utilizando su proceso de 4 nm, una capacidad avanzada que hoy está muy disputada. NVIDIA está priorizando la producción de Blackwell y preparando la transición a Rubin, mientras compite con otros grandes clientes, como Google, por espacio en las líneas más avanzadas del fabricante taiwanés. Ese contexto explica por qué la compañía ha advertido a sus clientes de un suministro ajustado incluso si finalmente decide añadir capacidad.

Seguridad nacional y presión industrial. El debate sobre el H200 va más allá de NVIDIA. En Washington persiste el temor a que la venta de chips avanzados contribuya a fortalecer a China en ámbitos sensibles, mientras desde la propia Administración se ha defendido que cortar totalmente el acceso a chips estadounidenses podría reforzar los esfuerzos de fabricantes locales. La solución adoptada por la Administración Trump busca ese equilibrio, pero mantiene viva una controversia que condiciona tanto las exportaciones como la posibilidad real de ampliar producción.

Con la demanda presionando y el suministro bajo mínimos, el desenlace se juega ahora en los despachos del regulador chino. Si Pekín autoriza las compras, NVIDIA tendrá que decidir hasta qué punto puede reasignar capacidad sin comprometer sus prioridades industriales. Si no lo hace, el H200 se sumará a la lista de chips avanzados atrapados entre la política y la estrategia. En ambos escenarios, el episodio confirma que el acceso al hardware se ha convertido en una variable tan determinante como el propio diseño del chip.

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