Hay cientĂ­ficos que utilizan drones e inteligencia artificial para salvar ballenas. Con Ă©xito

hay cientĂ­ficos que utilizan drones e inteligencia artificial para salvar ballenas. con Ă©xito

Difícil ganarles en tamaño. Las ballenas son las colosas de los océanos y su envergadura, de alrededor o incluso mås de 20 metros en ciertas especies, supera con creces a muchos de nuestros buques. Ni ese enorme tamaño les garantiza sin embargo que puedan moverse libres de peligros por los océanos. Friend of the Sea calcula que cada año hasta 20.000 de estos cetåceos mueren a raíz de las colisiones con navíos. Solo frente a la costa oeste de EEUU se calcula que pierden la vida unas 80 ballenas y el balance 2018, 2019 y 2021 estå lejos de invitar al optimismo.


El problema es grave y hay cientĂ­ficos que se han lanzado a solucionarlo echando mano de la tecnologĂ­a, lo que implica desde el empleo de algoritmos, sondas y satĂ©lites a drones e inteligencia artificial (IA). El objetivo: atajar lo que Friend of the Seas tilda ya de “masacre silenciosa”.


Uno de los mejores ejemplos lo deja quizĂĄs Whale Safe, una herramienta de mapeo y anĂĄlisis que ofrece datos actualizados sobre la presencia de ballenas en ciertas ĂĄreas y facilitar de esa forma que las embarcaciones puedan aminorar su velocidad. Ya solo bajar la marcha a unos diez nudos en las zonas en las que se constata el paso de grandes cetĂĄceos —reivindican sus responsables— permite “reducir de forma significativa” el riesgo que representan los arrollamientos para estas criaturas.


“Whale Safe aporta datos de ballenas y barcos casi en tiempo real y estĂĄ diseñada para evitar colisiones fatales. Muestra registros de ballenas tanto visuales como acĂșsticas, asĂ­ como un modelo de hĂĄbitat de ballena azul que se actualiza a diario segĂșn las condiciones oceanogrĂĄficas. Cada dĂ­a estas tres fuentes se combinan en una calificaciĂłn integrada de presencia de ballenas: baja, media, alta y muy alta”, añade la iniciativa, en la que estĂĄ embarcado el cientĂ­fico Douglas McCauley.


Aliados tecnolĂłgicos


GrĂĄfico de Whale Safe que muestra cĂłmo recaba y maneja los datos.


Su labor se centra en el Canal de Santa BĂĄrbara y la RegiĂłn de San Francisco, en la costa oeste estadounidense, y va mĂĄs allĂĄ de aportar informaciĂłn que permite a las navieras valorar si deciden o no aminorar su marcha. CĂłmo responden las empresas y si siguen o no las recomendaciones voluntarias acaba convirtiĂ©ndose en informaciĂłn que Whale Safe comparte de forma pĂșblica.


“La herramienta clasifica las embarcaciones y compañías segĂșn sus Ă­ndices de cooperaciĂłn con las restricciones de velocidad voluntarias de la NOAA”, aclara en su pĂĄgina web, en la que incluye ya una tabla con diferentes nombres de operadores y los niveles de participaciĂłn de este año. Otro dato esperanzador es que desde el lanzamiento de Whale Safe no se han anotado choques en el Canal de Santa BĂĄrbara, si bien, precisa The Washington Post, es pronto para sacar conclusiones.


¿CĂłmo recaba los datos Whale Safe?


De una combinaciĂłn de dos grandes fuentes: instrumentos de monitoreo acĂșstico capaces de identificar los sonidos que generan ciertas ballenas —azules, jorobadas y rorcuales comunes— y los registros tomados in situ por los propios tĂ©cnicos que se encargan de documentar cada uno de los avistamientos. Para su labor cuentan con barcos, aviones y la ayuda de una app celular.


Incluso en una zona acotada como la costa oeste eso supone trabajar en una vasta årea de océano, por lo que los expertos suman un tercer aliado que les ayuda a afinar el tiro: datos oceanogråficos que les permiten predecir dónde es mås probable que puedan encontrarse los grandes cetåceos.


“Al combinar tres fuentes de datos casi en tiempo real, podemos determinar una evaluaciĂłn relativa de la actividad de las ballenas en un momento determinado”, subrayan en Whale Safe, que admite, en cualquier caso, que su sistema tampoco es infalible: no puede determinar cuĂĄndo las ballenas no estarĂĄn presentes, ya que no todas pueden verse ni emiten sonidos que lleguen al hidrĂłfono de la boya. Cuando eso sĂ­ ocurre los datos pasan a una computadora capaz de identificar el ruido y lo transmite luego vĂ­a satĂ©lite a los cientĂ­ficos que se encargan de revisar la informaciĂłn.


Use of #drones for the creation and development of a photographic identification catalogue for an endangered #whale population đŸ‹đŸ›©️ https://t.co/cFN9EI1LFz @umanitobasci @FishOceansCAN @LGL_enviro pic.twitter.com/QFevIDRCZS


— Arctic Science Journal (@ArcticScienceJ) December 14, 2022


El sistema utiliza inteligencia artificial (IA) para su tarea, un aliado que —explica a Life Wire Adam Porter, profesor de la Universidad de Maryland— permite que “los patrones de la naturaleza que normalmente pasarĂ­an desapercibidos resulten visibles para los humanos”.


“La IA puede manejar grandes cantidades de datos y encontrar, por ejemplo, correlaciones entre los contaminantes y el comportamiento, permitir la interpretaciĂłn y predicciĂłn y proporcionar informaciĂłn valiosa para los investigadores”, abunda el acadĂ©mico. La IA tambiĂ©n ha demostrado su utilidad para el monitoreo de otras especies, como aves vulnerables, con el sistema BirdNet.


ImĂĄgen | Dmitry Osipenko (Unsplash) y Whale Safe


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