[VIDEO] Un vientre artificial hace crecer a ovejas, y los humanos podrĂ­an ser los siguientes.



Dentro de lo que parecen bolsas ziplock de gran tamaño repletas de tubos de sangre y fluidos, ocho corderos fetales siguieron desarrollĂĄndose, como lo habrĂ­an hecho dentro de sus madres. A lo largo de cuatro semanas, sus pulmones y cerebros crecieron, les saliĂł lana, abrieron los ojos, se retorcieron y aprendieron a tragar, segĂșn un nuevo estudio que da el primer paso hacia un Ăștero artificial. Un dĂ­a, este dispositivo podrĂ­a ayudar a llevar a tĂ©rmino a los bebĂ©s humanos prematuros fuera del Ăștero, pero por ahora sĂłlo se ha probado en ovejas.

Alan Flake - Cirujano fetal 

Es atractivo imaginar un mundo en el que los Ășteros artificiales hacen crecer a los bebĂ©s, eliminando el riesgo para la salud que supone el embarazo. Pero es importante no adelantarse a los datos, dice Alan Flake, cirujano fetal del Hospital Infantil de Filadelfia y autor principal del estudio. "Es una completa ciencia ficciĂłn pensar que se puede tomar un embriĂłn y llevarlo a travĂ©s del proceso de desarrollo temprano y ponerlo en nuestra mĂĄquina sin que la madre sea el elemento crĂ­tico allĂ­", dice. En cambio, el objetivo de desarrollar un Ăștero externo -que su equipo llama Biobag- es dar a los bebĂ©s nacidos meses antes un entorno mĂĄs natural, similar al del Ăștero, para que sigan desarrollĂĄndose, afirma Flake.

Puede que la Biobolsa no se parezca mucho a un Ăștero, pero contiene las mismas partes clave: una bolsa de plĂĄstico transparente que encierra al cordero fetal y lo protege del mundo exterior, como lo harĂ­a el Ăștero; una soluciĂłn electrolĂ­tica que baña al cordero de forma similar al lĂ­quido amniĂłtico del Ăștero; y una forma de que el feto haga circular su sangre e intercambie diĂłxido de carbono por oxĂ­geno. Flake y sus colegas publicaron sus resultados en la revista Nature Communications.


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Flake espera que la Biobolsa mejore las opciones de atención a los bebés extremadamente prematuros, cuyos resultados son "bien documentados y sombríos", afirma. La prematuridad es la principal causa de muerte de los recién nacidos. En Estados Unidos, alrededor del 10% de los bebés nacen prematuramente, es decir, antes de las 37 semanas de gestación. Alrededor del 6%, o 30.000 de esos nacimientos, se consideran extremadamente prematuros, lo que significa que nacieron en la semana 28 de embarazo o antes.


Estos bebés requieren un apoyo intensivo mientras siguen desarrollåndose fuera del cuerpo de sus madres. Los bebés que sobreviven al parto necesitan ventilación mecånica, medicamentos y vías intravenosas que les proporcionan nutrición y líquidos. Si consiguen salir de la unidad de cuidados intensivos, muchos de estos bebés (entre el 20 y el 50 por ciento de ellos) siguen sufriendo una serie de problemas de salud derivados del retraso en el desarrollo de sus sistemas orgånicos.


"Así que los padres tienen que tomar decisiones críticas sobre si utilizar medidas agresivas para mantener a estos bebés con vida, o si permitir cuidados menos dolorosos y reconfortantes", dice la neonatóloga Elizabeth Rogers, codirectora del Programa de Seguimiento de la Guardería de Cuidados Intensivos del Hospital Infantil Benioff de la UCSF, que no participó en el estudio. "Una de las cosas que no se dicen en los partos prematuros extremos es que hay familias que dicen: 'Si hubiera sabido que el resultado para mi bebé podía ser así de malo, no habría elegido hacerle pasar por todo'".


Por eso los cientĂ­ficos llevan dĂ©cadas intentando desarrollar un Ăștero artificial que recree un entorno mĂĄs natural para que un bebĂ© prematuro siga desarrollĂĄndose. Uno de los principales retos era recrear el intrincado sistema circulatorio que conecta a la madre con el feto: la sangre de la madre fluye hacia el bebĂ© y vuelve, intercambiando oxĂ­geno por diĂłxido de carbono. La sangre debe fluir con la presiĂłn justa, pero una bomba externa puede dañar el corazĂłn del bebĂ©.


Para resolver este problema, Flake y sus colegas crearon un sistema circulatorio sin bomba. Conectaron los vasos sanguíneos umbilicales del feto a un nuevo tipo de oxigenador, y la sangre circuló sin problemas por el sistema. Lo suficientemente suave, de hecho, como para que el latido del bebé fuera suficiente para impulsar el flujo sanguíneo sin necesidad de otra bomba.



El siguiente problema que habĂ­a que resolver era el riesgo de infecciones, al que se enfrentan los bebĂ©s prematuros en incubadoras abiertas en la unidad de cuidados intensivos neonatales, o UCIN. AhĂ­ es donde entran en juego la bolsa y el lĂ­quido amniĂłtico artificial. El lĂ­quido entra y sale de la bolsa como lo harĂ­a en un Ăștero, eliminando los residuos, protegiendo al bebĂ© de los gĂ©rmenes infecciosos del hospital y manteniendo los pulmones en desarrollo del feto llenos de lĂ­quido.


Flake y sus colegas probaron el sistema durante cuatro semanas en ocho corderos fetales de entre 105 y 120 días de gestación, lo que equivale aproximadamente a los bebés humanos de entre 22 y 24 semanas de gestación. Una vez transcurridas las cuatro semanas, se les colocó un respirador normal, como si se tratara de un bebé prematuro en una UCIN.


La salud de los corderos en el ventilador parecía casi tan buena como la de un cordero de la misma edad que acababa de nacer por cesårea. A continuación, los corderos fueron retirados del respirador y todos, excepto uno, que estaba lo suficientemente desarrollado como para respirar por sí mismo, fueron sacrificados para que los investigadores pudieran examinar sus órganos. Sus pulmones y cerebros -los sistemas orgånicos mås vulnerables a los daños en los bebés prematuros- parecían intactos y tan desarrollados como deberían estar en un cordero que creció en una madre.


Por supuesto, los corderos no son humanos, y sus cerebros se desarrollan a un ritmo algo diferente. Los autores reconocen que habrå que seguir investigando sobre la ciencia y la seguridad de este dispositivo antes de que pueda utilizarse en bebés humanos. Ya han empezado a probarlo en corderos de tamaño humano a los que se les colocaron las biobolsas al principio del embarazo. Y estån vigilando a los pocos corderos que sobrevivieron después de que se les quitara el respirador para buscar problemas a largo plazo. Hasta ahora, los corderos parecen bastante sanos. "Creo que es realista pensar en tres años para los primeros ensayos en humanos", dice Flake.


"Es muy interesante y realmente innovador", dice Rogers. "Poder seguir desarrollåndose en un entorno artificial puede reducir los muchos problemas que causa el simple hecho de nacer demasiado pronto". Rogers añade que no todos los centros cuentan con los recursos o la experiencia necesarios para ofrecer cuidados de vanguardia a las embarazadas, un problema que la Biobolsa no podrå resolver. "Sabemos que ya existen disparidades tras un parto prematuro. Si se tiene acceso a una atención regionalizada de alto nivel, los resultados suelen ser mejores que si no se tiene", afirma.


Y a Rogers le preocupa el impacto que pueda tener la Biobolsa en los padres que tienen hijos prematuros. "Creo que mucha gente se ha visto afectada por un parto prematuro y piensa que esto va a ser una soluciĂłn mĂĄgica. Y creo que la prematuridad es realmente complicada". Prevenirla en primer lugar deberĂ­a ser una prioridad absoluta, dice, pero la Biobolsa podrĂ­a ayudar a impulsar esa investigaciĂłn.


Para Flake, la investigaciĂłn continĂșa. "Sigo alucinando cada vez que bajo a ver nuestros corderos", dice. "Creo que es algo increĂ­ble sentarse ahĂ­ y ver al feto en este soporte actuando como lo hace normalmente en el Ăștero... Es un esfuerzo realmente asombroso poder continuar la gestaciĂłn normal fuera de la madre".


Fuente: https://www.nature.com/articles/ncomms15112.pdf

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